Creo que los besos se dan en la boca
porque es allí donde habitan los secretos.
De tus labios brotan universos,
como estrellas que iluminan el vacío.
Si te besara la punta de los dedos,
buscaría el eco de una caricia,
pero al perderme en tu mirada,
es el verbo el que me llama.
Tus palabras no son solo sonido:
son las raíces que abrazan el alma.
Cada sílaba un puente,
cada pausa, un abismo.
En tu voz encuentro refugio,
como quien vuelve a casa tras una tormenta.
Y es entonces, al borde del silencio,
cuando entiendo que amar
es dejarse habitar por lo que no se ve,
y permitir que los labios sean memoria
de todo aquello que no pudimos decir.