No te amo por las miradas que robas,
sino por el territorio secreto
que sólo mis manos conocen:
ese valle entre tus hombros
donde anidan mis silencios,
ese río de venas azules
que canta cuando mis labios
se pierden en su cauce.
Qué importan los suspiros ajenos
si yo bebo directamente
del manantial de tus gemidos,
si navego por los archipiélagos
de tus pecas y cicatrices,
ese atlas vivo donde aprendí
que el amor verdadero
no se exhibe,
se descifra.
Amar es esto:
ser geógrafo nocturno
de tus continentes ocultos,
coleccionar cada lunar
como estrella personal,
saber que hasta el deseo ajeno
es sólo eco pobre
de este festín privado
donde tú,
voluntariamente desnuda,
me regalas el mapa completo
de tu universo interior.
Explicación:
Este poema transforma la posesión amorosa en un acto de descubrimiento íntimo, usando imágenes geográficas («valles», «archipiélagos») para simbolizar la exploración corporal/emocional. Contrasta la exhibición pública con la intimidad genuina, elevando lo sensual a lo sagrado («manantial de gemidos»). La voz es apasionada pero no genderizada, enfatizando la entrega mutua («voluntariamente desnuda»). Combina fuego erótico con ternura reflexiva.
Prompt para la imagen:
«Pintura digital surrealista: dos siluetas humanas translúcidas conteniendo paisajes (un cuerpo con constelaciones/montañas, otro con ríos/bosques). Alrededor, ojos abstractos que se disuelven al acercarse a las figuras. Paleta: carmesí profundos, azules eléctricos y dorados. Estilo que mezcle realismo mágico con elementos cósmicos, transmitiendo intimidad en medio de la exposición pública.»