
Llegaste como el sol entre cortinas rotas,
iluminando rincones que ni sabía olvidados.
No tocaste la puerta—te instalaste en mis huesos,
y ahora tu nombre resuena en cada latido,
como un tambor lejano en la noche.
Eres el fuego que no quema,
sino que descongela.
La mano que enciende mis preguntas
y luego las apaga con tu boca.
Nos descubrimos en mapas ajenos,
perdidos, encontrando rutas
donde el amor no es puerto
sino el mar entero moviéndose entre nosotros.
Hay días en que tu ausencia
es un invierno dentro de mi pecho.
Pero luego regresas,
y hasta el frío aprende a florecer.
Explicación del poema:
«La Lluvia y la Llama» captura la paradoja de un amor que es refugio y vértigo a la vez. El poema juega con imágenes opuestas (fuego/lluvia, invierno/flor) para expresar cómo el amor verdadero puede ser tanto consuelo como pasión ardiente. La voz poética no especifica géneros, enfatizando la experiencia universal de ser transformado por otro ser humano. El final sugiere que incluso la soledad en el amor puede convertirse en algo hermoso cuando hay esperanza de reencuentro.
Este poema celebra el amor que no pide permiso para transformarnos, usando un lenguaje rico en contrastes que reflejan las complejidades emocionales de entregarse a otro ser. La imagen propuesta refuerza el simbolismo de la unión entre opuestos que define al texto.
Prompt para la imagen:
«Crea una ilustración surrealista donde una figura humana mitad agua/mitad fuego abraza a otra figura hecha de estrellas y hojas secas. El fondo debe mostrar un paisaje dividido: un lado con tormenta y otro con amanecer, simbolizando la dualidad del amor. Los rostros deben ser andróginos y las texturas deben mezclar lo orgánico (ramas, piel) con lo etéreo (humo, reflejos). Usa una paleta de azules profundos, naranjas quemados y dorados suaves.»