
No soy más que un instante,
un parpadeo en la vastedad del cielo,
una historia escrita en arena
que el viento borrará sin prisa.
El mundo girará sin mí,
los días seguirán su danza
y mi nombre, algún día,
será solo un eco lejano.
Pero mientras mis pasos resuenen,
haré que cuenten.
Tejeré mi voz en la memoria del agua,
dejaré luz en cada sombra,
y abrazaré el ahora
como quien sabe que es lo único real.
Porque el ayer ya no me pertenece
y el mañana es solo un susurro incierto.
Pero este segundo, este latido,
es mío,
y en él me entrego entero,
sin miedo a desaparecer.