Te nombro en la carne y en el alma,
en cada rincón que la sombra no alcanza,
donde el deseo es un mar sin orillas
y la piel se vuelve naufragio.
Fuiste cazador de mi aliento,
arquero de cada suspiro que me partía,
labrador paciente de mi desnudez
— surco a surco —
hasta sembrarme el temblor de la memoria.
Pirata de mi vientre,
conquistaste islas secretas
donde la razón nunca tocó la arena,
y yo, rendida o rendido,
te ofrecí mis mapas rotos,
mis fronteras sin nombre.
Eras el avatar de todo lo que no sabía desear
hasta sentirte,
hasta perderme en ese abismo
que tus labios abrieron en mi pecho.
Hoy te habito en los silencios,
te dibujo en el aire como un dios ausente,
héroe sin cruzadas,
eco de un amor que fue fuego y ceniza
al mismo tiempo.
Y sin embargo, aquí estoy…
sobreviviente de tu tormenta,
esperando que algún día —quizás—
seas tú quien regrese
a naufragar en mí.
Explicación del poema:
«Navegante de Mi Abismo» es un poema que encarna la intensidad del deseo y la huella indeleble de un amor que trasciende el cuerpo y se ancla en el alma. La voz poética celebra y lamenta al amante que lo marcó todo: el explorador de sus confines más íntimos y vulnerables. A través de imágenes simbólicas y sensoriales, el poema explora la pasión como un acto de conquista, pérdida y eterno recuerdo. La melancolía y la esperanza vibrante se entrelazan en un equilibrio que invita a la reflexión sobre el amor como una travesía inevitable y eterna.
Prompt para la imagen acorde al poema:
«Crea una imagen poética y sensual de un océano en penumbra, con una figura humana de género neutro, semidesnuda y etérea, de pie sobre la proa de un barco antiguo, mirando hacia el horizonte con melancolía y deseo. Alrededor, el mar se mezcla con nebulosas de tonos azul profundo, púrpura y dorado, representando los suspiros y los deseos. En el cielo, sombras sutiles de rostros y cuerpos se desvanecen como recuerdos. La atmósfera debe transmitir pasión, desolación y la esperanza vibrante de un reencuentro con el amor perdido.»