Llamas sagradas entre las sábanas,
tu boca recitando salmos
en la piel de mis muslos,
tus dedos escribiendo
el libro prohibido
de mis costillas.
Pero qué Dios cruel
inventó este suplicio:
llevarme al borde del altar
y dejarme ahí,
temblando como ofrenda
que nunca será consumada.
Mis gritos son campanas
en una catedral vacía,
mis uñas clavan
súplicas en tu espalda
mientras me convierto
en plegaria sin respuesta,
en amén atrapado
entre los dientes.
La verdadera herejía
no está en nuestro sudor,
sino en este pecado mayor:
prometer el paraíso
y dejarme ardiendo
en el purgatorio
de tus medias palabras.
Explicación:
Este poema transforma la frustración erótica en una experiencia mística, utilizando imágenes religiosas (salmos, catedral, purgatorio) para contrastar con la sensualidad reprimida. La voz poética oscila entre la devoción y la rebelión, mostrando cómo el deseo insatisfecho se convierte en tortura divina. El lenguaje mezcla lo sacro con lo carnal, creando una tensión poética poderosa.
Prompt para imagen:
«Pintura al óleo surrealista de una figura yacente sobre un altar de sábanas blancas, con el torso arqueado en éxtasis doloroso. Detalles: labios cosidos con hilo dorado, manos que emergen de las paredes sosteniendo velas que derriten cera sobre el cuerpo, un rosario enredado en los muslos. Fondo: vitrales rotos que proyectan luces de colores sobre la piel. Paleta: rojos carmesí, dorados oscuros y azules profundos. Estilo: realismo mágico con influencia barroca.»