Nos miramos como quien descifra
una grieta en el cristal,
como quien sostiene el aire
intentando que no se quiebre.
Aún es de noche en nuestra piel,
aún arde el eco de los días
en que el mundo solo existía
dentro de nuestros labios.
Pero algo se ha torcido en el aire,
una sombra imperceptible
que roe los bordes del silencio,
una distancia que aún no es real
pero ya nos ha tocado.
Dime que aún somos incendio,
que el viento no ha cambiado su rumbo,
que la tormenta no viene por nosotros.
Dime que el amor no se agrieta
aunque el tiempo lo empuje al abismo,
aunque nos aferremos con la urgencia
de quien sabe que empieza a perder.