Lo que pesa el alma

No he vestido nunca oro en los labios,
ni he contado monedas en mi pecho.
Las palabras vacías son aire sin forma,
brillan un instante, pero no dejan huella.

He visto sombras envueltas en seda,
ojos que ríen sin conocer la risa,
manos que aprietan, pero no abrazan,
corazones de mármol, sin grieta ni brisa.

¿Qué pesa más al final del camino?
¿El oro que cuelga o el amor que queda?
¿El eco de un nombre en bocas ajenas
o la voz de un niño llamándote en casa?

No hay precio para la piel compartida,
para el silencio que todo lo entiende,
para el beso que no compra promesas,
pero amanece fiel, sin miedo y sin suerte.

Y cuando la luz de mi sombra se apague,
que no queden joyas, ni cuentas, ni honores,
solo el peso liviano y eterno en mi alma
de haber sido humano entre corazones.

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