Las Rosas que Aún Florecen

Sobre la arena quedaron sombras,
vestigios de lo que amé,
espinas que aún susurran nombres
pero no me detienen.

He caminado entre tempestades,
mis manos conocen el peso del mundo,
mis pasos, la soledad del desierto,
pero mi mirada no se ha rendido.

No soy la rosa marchita,
ni la que teme al viento.
Soy raíz que desafía la aridez,
alma que transforma el dolor en fuerza.

Aún sostengo dos rosas,
testigos de lo que fui,
de lo que soy,
de lo que aún puedo ser.

Porque el amor no se mide en cicatrices,
ni la vida en las veces que caí,
sino en la luz que se alza
cuando todo parece perdido.

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