
Te busqué en la penumbra,
donde las sombras tejían susurrantes mentiras,
donde el eco del mundo apagaba las voces
que alguna vez fueron nuestras.
Pero incluso en la oscuridad,
había un destello imposible de apagar,
una llamarada frágil y eterna
que ardía en la memoria de lo que fuimos.
No era el sol,
ni el fulgor de las estrellas distantes,
era la luz callada del amor
que resiste a la sombra más densa.
Porque el amor no grita,
no se impone ni mendiga,
simplemente existe,
como el amanecer que no pregunta si debe llegar.
Y aquí estoy,
dejando que la noche se haga cenizas,
dejando que tu nombre sea mi aurora,
porque en ti, amor,
la luz siempre renace.
Explicación del poema:
Este poema juega con la dualidad entre la luz y la oscuridad como metáfora del amor y la esperanza frente a la desesperanza. Explora cómo el amor genuino, al igual que la luz, no necesita imponerse para existir; simplemente es. En un mundo donde la sombra de la duda y la desilusión pueden envolvernos, el amor verdadero persiste como un amanecer inevitable, suave pero imparable.
Prompt para la imagen en Copilot:
«Un paisaje crepuscular donde la oscuridad se desvanece lentamente, dando paso a una luz dorada y suave. En el centro, una silueta solitaria de pie sobre una colina, envuelta en un resplandor sutil que parece emanar desde su interior. Su postura refleja calma y determinación, como si acabara de encontrar una verdad profunda. En el horizonte, un cielo entrelazado de sombras y luz, representando la transición entre la duda y la claridad.»