
Si guardo tu secreto,
¿quién guardará el mío?
También amé y también caí,
también fui barco a la deriva,
y naufragué en aguas donde
las promesas eran islas desiertas.
Te escucho desde la sombra
donde alguna vez dejé mi voz,
y sé de mares que ahogan certezas,
de sirenas que cantan con labios de sal.
También aprendí a temer la marea,
a pisar la orilla sin soltar el ancla,
a abrazar el miedo como un faro
que impide lanzarme al abismo.
Pero dime, viajero del tiempo roto,
si el eco de tu esperanza
ha vuelto a teñir de luz las olas,
si el amor aún te llama con el mismo fulgor
de aquellos días en que no dolía.
Tal vez, si ambos callamos,
si dejamos que el silencio nos nombre,
si olvidamos la costumbre de huir…
podríamos aprender a nadar
sin miedo a la tormenta.
Y entonces, sin secretos,
sin promesas de eternidad
pero con el alba en los ojos,
quizás nos atrevamos
a intentar de nuevo.
Explicación del poema:
«Un Secreto en el Alba» es una respuesta poética al poema original, en la que la voz hablante no solo guarda el secreto del otro, sino que comparte su propio temor y su propia historia de pérdida. Se establece un diálogo entre dos almas heridas que han aprendido a temer al amor, pero que, en un reflejo mutuo, encuentran la posibilidad de intentarlo de nuevo. La esperanza brilla, aunque con cautela, en el horizonte de quienes han amado y han perdido, pero aún ansían renacer en el afecto.
Prompt para la imagen acorde al poema:
«Ilustra dos figuras humanas de género neutro, envueltas en una luz tenue de amanecer, de pie sobre una orilla infinita donde el mar se confunde con el cielo. Una de las figuras extiende su mano hacia la otra, pero sin tocarla del todo, como si dudara. A su alrededor, el agua refleja recuerdos difusos de tiempos pasados, mientras la brisa arrastra susurros invisibles. La atmósfera debe evocar melancolía, esperanza y un anhelo profundo, con tonos suaves de azul y dorado que simbolicen la posibilidad de un nuevo comienzo.»