Anatomía del deseo
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Mientras tus manos me recorren, soy razón ciega, ave herida, que se sumerge en el abismo ardiente de tus dedos, voraces y precisos. Debajo de mi inocencia desgarrada, Venus despliega su manto desnudo, desviste mi piel hasta el aliento y abre mis labios como una ofrenda, guiando tu lengua al…