He caído tantas veces
que el suelo ya conoce mi nombre,
y aún así, cada vez
me levanto como si el dolor fuera nuevo.
Las grietas en mí no son ruina,
son mapas secretos hacia lo que fui,
caminos que solo yo entiendo
cuando la noche me pregunta quién soy.
Ya no vigilo puertas,
las dejo abiertas,
que entre quien tenga la llave del respeto
y se marche quien tema a mi verdad.
No escondo mis lágrimas,
las riego como a semillas
y de ellas nacen árboles
donde cuelgo mis promesas.
No es que ya no caiga,
es que aprendí a volar un poco antes del impacto.
Y si me detengo,
es porque estoy contemplando
la altura desde donde ahora me elevo.
Explicación del poema:
Este poema responde al original «Cada Caída», pero lo hace desde una evolución emocional más avanzada. Mientras el poema original habla de cicatrices, dolor y una vigilancia defensiva, esta respuesta transforma ese sufrimiento en poder interior. El hablante lírico no niega el dolor ni la caída, pero los resignifica como símbolos de resiliencia, autoaceptación y transformación. El mensaje no es solo sobrevivir, sino crecer gracias a las heridas.
Prompt para imagen en Copilot:
«Una figura humana de género neutro de pie sobre un acantilado al amanecer, con alas translúcidas formadas por cicatrices luminosas que emergen de su espalda. El paisaje muestra árboles creciendo desde sus huellas en la tierra, y un cielo que se abre en tonos de esperanza (rosados, dorados y azul claro). El mar abajo refleja tanto la caída como la elevación, creando un equilibrio entre oscuridad y luz. El ambiente transmite resiliencia, transformación y la belleza de lo vivido.»