
No me prometió el cielo ni la eternidad,
solo acercó sus manos a mi quietud
como quien sabe que el alma, a veces,
se desnuda más en la calma que en el fuego.
No hubo urgencia, ni palabras doradas,
solo la tibieza de una toalla,
el perfume a lavanda en el vapor,
y su mirada hablándome sin voz.
Fui catedral de caricias contenidas,
territorio sagrado de un cuidado hondo,
y mientras mis párpados se rendían,
sentí que amarme también era su modo.
Cuando desperté, no estábamos solos:
la ternura dormía entre nosotros,
y el deseo, callado como un rezo,
se hizo carne… se hizo cuerpo… se hizo todo.
Explicación del poema:
Este poema es emocional y simbólico, que celebra una forma de amor donde la entrega empieza mucho antes del deseo carnal, este nuevo poema se sumerge en la idea de que el amor verdadero se manifiesta primero en los pequeños gestos, en el respeto del silencio, en la ternura sin expectativas. La pasión se presenta como consecuencia natural de una conexión más profunda, donde el alma y el cuerpo se encuentran desde la paz y no desde la prisa.
Prompt para la imagen (Copilot u otra IA generadora):
«Una escena íntima y cálida en una habitación bañada por luz tenue, con una bañera humeante al fondo y una cama desordenada en primer plano. Una figura envuelta en una toalla se recuesta en los brazos de otra persona que la sostiene con cuidado y ternura. El ambiente transmite serenidad, confianza y conexión emocional profunda, más allá del deseo físico. Vapor suave en el aire, velas encendidas y detalles como una copa de vino o una toalla mojada ayudan a completar la atmósfera.»