
No te busco en la carne sin memoria,
ni en la urgencia que arde y se disipa.
Te busco en lo que no puede tocarse:
la risa leve,
el susurro antes del beso,
la pausa en que el alma respira.
Hay un lugar donde comienza el deseo
que no se mide en piel ni en latidos,
sino en la forma en que me nombras
cuando no estoy,
en cómo tu voz me viste
de importancia y de abrigo.
Mi dedo no explora tu mapa
como un ciego sin fe,
sino como un amante de historias
que escucha tu piel,
y lee con cuidado
lo que otros pasaron por alto.
No quiero tu cuerpo,
quiero el temblor
que deja mi ternura en tu memoria,
el eco de mi risa en tus días nublados,
la certeza de que fuiste mirada
como si fueras
el único poema que merecía ser escrito.
Explicación del poema:
Este poema es una respuesta íntima y reflexiva al mensaje original (Para las mujeres el mejor afrodisíaco son las palabras; la atención; los detalles; el sentido del humor; la inteligencia; y, que la hagas sentir segura, especial y única para ti. El punto g no está exactamente donde tú crees; está en los ojos, en los oídos, en la piel y en su memoria. “El que busque más abajo está perdiendo el tiempo».). Aborda el deseo desde la emoción, la conexión y la profundidad afectiva, alejándose de lo superficial para centrarse en lo esencial. Es una declaración de amor consciente que honra la memoria, la mirada y los detalles como los verdaderos afrodisíacos. No se trata del cuerpo como objeto, sino del alma como territorio sagrado.
Prompt para imagen en Copilot:
«Una escena etérea de dos figuras humanas casi traslúcidas, sentadas una frente a la otra, rodeadas de palabras flotantes como pétalos en el aire. Una luz suave ilumina sus ojos mientras se miran profundamente, con un fondo difuso de libros abiertos, copas de vino, y detalles simbólicos como una flor en la oreja, un reloj detenido, y una lluvia suave cayendo fuera de una ventana. La atmósfera debe transmitir intimidad, conexión emocional y belleza sutil.»