
Me deleito en tu paso, en la estela que dejas,
Cuando el mundo se gira para verte pasar.
En cada mirada ajena, en la envidia que tejas,
Mi pecho se expande, sin nada que ocultar.
Sé que los ojos te miden, te desean en el aire,
Que la fantasía vuela, sin freno ni candor.
Mas es mi mano la que siente tu tacto sin desaire,
Es mi ser quien celebra tu íntimo valor.
Aspiro tu esencia en la quietud del aliento,
Y en cada latido, un mapa se dibuja en mí.
Recorro tus confines, con calmo contentamiento,
Porque en tu ser, mi espíritu encuentra un dulce sí.
No hay sombra de celos en mi mirar sereno,
Solo la gratitud de un vínculo forjado.
La melancolía que a veces mi alma lleva,
Se disuelve en la certeza de haberte encontrado.
Porque más allá del brillo que el mundo te otorga,
Más allá de la piel que a la vista se expone,
Mi corazón resguarda la esencia que te forja,
El pacto silencioso que el alma propone.
Y en esa elección, en ese anhelo puro,
Reside la esperanza, el más vibrante sol.
No hay desolación que quiebre este muro,
Si el amor es un jardín, y tú su crisol.
Explicación del Poema
Este poema explora el amor desde una perspectiva de seguridad y profunda conexión, trascendiendo la superficialidad de la posesión. La voz poética disfruta de la atención que el ser amado atrae, no desde los celos, sino desde la confianza y el orgullo de un vínculo elegido libremente. Se enfoca en la intimidad y el conocimiento profundo del otro, más allá de la apariencia física. El poema entrelaza la melancolía de la conciencia de que el mundo externo observa, con la desolación que podría implicar la pérdida, pero la contrapone con una esperanza vibrante basada en la certeza de un amor mutuo y consciente. Las imágenes poéticas («estela que dejas», «mapa se dibuja», «jardín y crisol») buscan transmitir la riqueza emocional y la profundidad de esta conexión.
Prompt para la Imagen
Una imagen que represente la serenidad y la conexión profunda en el amor, con un toque de sofisticación y misterio. En el centro, se visualiza a dos figuras enlazadas sutilmente o muy cerca una de la otra, no necesariamente mostrando sus rostros completos, sino transmitiendo la cercanía a través de sus gestos o la forma en que sus cuerpos se complementan.
El ambiente es suavemente iluminado, quizás con una luz tenue que entra por una ventana grande o un pasillo largo, creando sombras interesantes y un juego de luces y oscuridad. Los colores son predominantemente suaves y aterciopelados: azules profundos, verdes esmeralda, grises cálidos y toques de dorado o bronce para la luz.
Alrededor de las figuras, o en el fondo, se insinúan elementos que sugieren la observación externa o la «mirada» del mundo, como siluetas borrosas de personas o patrones abstractos de ojos difuminados en el ambiente, pero que no restan protagonismo a la pareja. La clave es que la pareja irradia una burbuja de intimidad y seguridad, como si el mundo exterior no pudiera penetrar su vínculo. La atmósfera general debe ser de calma, confianza y un amor que trasciende la validación externa.