Eres la forma en que la vida me susurra
lo hermosa que puede ser,
lo afortunado que soy,
lo mucho que valgo.
En ti, el universo se inclina
y me muestra que el amor no es un sueño,
sino una verdad que late,
que respira,
que existe.
Tu respiración es mi canción,
un ritmo que me llena de gratitud,
que me recuerda que cada instante
es un regalo,
un milagro,
una razón para seguir creyendo.
Tu sonrisa es el sol
que enciende mis mañanas,
que disipa las sombras
y convierte los días grises
en cielos despejados.
Y tu voz…
tu voz es el latido que no cesa,
el eco que resuena en mi pecho,
la melodía que hace que mi corazón
late más fuerte,
más vivo,
más mío.
Porque contigo,
el amor no es una palabra,
sino un sentir que se expande,
que se multiplica,
que se hace infinito.
Eres la prueba de que el amor es real,
de que no es una quimera,
sino una fuerza que nos une,
que nos sostiene,
que nos hace mejores.
En ti, he encontrado no solo a alguien que amo,
sino a alguien que me recuerda
por qué vale la pena amar,
por qué vale la pena vivir,
por qué vale la pena ser.
Así que hoy celebro tu existir,
no como un acto casual,
sino como un regalo del universo,
como una prueba de que el amor
no es algo que se busca,
sino algo que se encuentra,
algo que se vive,
algo que se siente
en cada respiro,
en cada sonrisa,
en cada latido.
Porque tú eres la prueba
de que el amor es real,
y yo soy afortunado
porque existes,
porque estás aquí,
porque eres mía.