No fui un error,
fui la grieta por donde se coló la luz
antes de que llegaras.
Te soñé en voz baja,
como quien teme que el eco le devuelva la verdad.
Te amé con el miedo de un ave herida,
rozando tus manos sin posarme nunca.
No fue destino,
fue un desvío —
una curva de sombra en el mapa del alma.
Llevabas promesas en los bolsillos
que se deshicieron bajo la lluvia,
y yo,
ciego de espera,
pinté futuros en el vaho de tu ausencia.
Hoy camino sin nombre,
con la piel marcada de despedidas
que nadie dijo.
Pero incluso en la ruina,
florecen inviernos
que enseñan a respirar
sin olvidar.
Explicación del poema:
Este poema responde al texto original «tú nunca debiste conocerme yo no nunca debí haberme enamorado de ti» como una voz que se reconoce como parte del error, pero que se niega a reducirse a él. Amplía el universo emocional del encuentro fallido, explorando la fragilidad de lo que nunca fue del todo real. El hablante recorre un amor truncado desde la introspección y la resignificación: ya no hay reproche, solo conciencia melancólica y una forma de esperanza que habita en la aceptación del dolor. El poema se convierte en una elegía al amor que no debió ocurrir, pero que deja huellas profundas, transformadoras.
Prompt para crear una imagen acorde:
Una figura solitaria caminando por una carretera desierta en invierno, con ramas desnudas a los lados y el cielo cubierto de nubes grises. En su espalda, lleva sombras que se disuelven en forma de aves. Un tenue haz de luz atraviesa una grieta en las nubes, iluminando parte del rostro que parece entre melancolía y serenidad. A su alrededor, detalles etéreos como huellas que se desvanecen en la nieve y papeles mojados con palabras apenas legibles, creando una atmósfera poética, triste y esperanzadora. Estilo realista con toques oníricos. Colores fríos y apagados, predominando blancos, grises y un toque de azul pálido.