26 –

(Nos aferramos al fuego, aunque nos queme.)
Te miro y aún eres incendio,
aún enciendes la piel con el roce de un susurro,
pero el aire huele distinto,
como a brasas que resisten la lluvia.
Me aferro a tus labios
como quien no quiere ver el invierno,
como quien sopla las ascuas
para fingir que no duelen.
Nos amamos con la misma furia,
pero el calor ya no es el mismo:
¿es mi piel o es el fuego
lo que se va apagando?
Aún te deseo,
pero a veces me pregunto
si beso la lumbre o las sombras
de lo que fuimos.