Solo un poco de amor

No pido mucho,
solo un refugio donde el amor se enrede entre los dedos,
donde al llegar la noche, mis piernas se encuentren con las tuyas,
como si el frío fuera nada más que un susurro a nuestro alrededor.
Alguien que, en la quietud, cierre los ojos y se deje besar por el alma,
de puntitas, con la delicadeza de un sueño a medias,
como si la vida fuera eso: un instante suspendido entre lo real y lo deseado.

No pido mucho…
Solo un abrazo que aleje la tristeza,
un susurro en el oído: “tranquilo, todo pasará”…
un gesto de calma, tan sencillo como el aire que respiro,
pero capaz de arrancarme del abismo
cuando la tormenta me sienta cerca.

Alguien que no tema la verdad, aunque duela,
que prefiera la claridad de mis palabras
a la oscuridad de lo no dicho.
Alguien que me elija, sin reservas ni dudas,
todos los días, sobre todas las cosas.

No pido mucho…
Solo que me mire sin miedos,
que me ame sin máscaras,
y que en el silencio de la tarde,
cuando el mundo parezca desmoronarse,
se detenga para caminar a mi lado,
sin prisas, sin un destino fijo,
solo el camino entre los dos,
hacia donde el amor nos lleve.

Quiero algo simple, algo real…
Un cariño que no se mide en palabras grandilocuentes,
sino en pequeños gestos, en miradas compartidas,
en copas levantadas sin razón,
y en las risas que brotan como flores espontáneas,
cuando nos encontramos juntos, sin nada más que ser nosotros mismos.

No pido mucho,
solo un amor sin prisa,
sin excusas,
un amor que no se esconde,
que no se avergüenza de gritar su nombre
en medio de la multitud,
con orgullo,
como si todo lo demás fuera solo ruido,
y lo único importante fuera este latir en mi pecho,
en nuestro pecho,
que al fin,
se funde en uno solo.

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