Susurros de Medianoche

Te llamé en la brisa,
en el roce fugaz de la luna sobre mi piel,
en la marea oscura de mi sangre despierta,
y aún así, no viniste.

Vampiresa del alba,
sombras y seda envuelven tu andar,
pero yo no temo a la noche,
ni a la miel envenenada de tu boca.

Déjame ser el eco de tu eternidad,
la cicatriz que no borre el tiempo,
el latido que aún recuerdes
cuando el mundo ya no tenga nombre.

Si no he de ser más que un suspiro en tus labios,
que sea un suspiro eterno.
Si he de desvanecer en tu abrazo,
que sea con la luna como testigo.

Ven, deja tus colmillos en mi alma,
hazme parte de tu condena,
o deja que me pierda
en el cruel amanecer sin ti.

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