Un canto a la Navidad y al amor por la vida

Es tiempo de abrazos que se alargan en el alma,
de luces titilando esperanzas en las ventanas,
de risas que navegan en el aire como canciones,
tejiendo el calor de los corazones.

Oh, Navidad, fiel poeta de los días fríos,
traes contigo la promesa de abrigo en cada suspiro,
de mesas que se colman de historias y sueños,
de brindis que celebran lo eterno en lo pequeño.

A ti, amigo, hermana, padre, vecino,
a todos los que caminan este sendero divino,
os digo que la vida es un regalo en movimiento,
un soplo que se llena al ritmo del viento.

Hoy quiero regalarte palabras de amor:
que nunca te falte el fuego del sol,
que la risa sea siempre un huésped bienvenido,
y que encuentres en cada sombra, un motivo.

Porque la Navidad no es solo un árbol brillante,
es el abrazo cálido de un instante,
es un “te quiero” dicho sin apuro,
y la certeza de que el amor es lo más puro.

Cantemos juntos, pues, esta oda sincera,
que la vida es un milagro, día tras día entera.
Y al llegar la medianoche, con las campanas resonando,
que sientas que el mundo entero te está amando.

¡Feliz Navidad, dulce viajero de este tiempo!
Que siempre encuentres en tu andar contento,
un rincón de luz, un susurro amigo,
y que el amor te siga siendo abrigo.

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