Donde Habita el Susurro

A veces, no sé si es el alma que canta
o si es la memoria de un viento antiguo
que roza mi oído con risas calladas
y me recuerda que aún existo.

Hay un temblor leve en la bruma del día,
como si alguien pensara en mí despacio,
con manos de luz que no tocan el cuerpo
pero acarician los espacios vacíos.

No hay carne, ni hueso, ni lamento,
solo un hilo de voz flotando en la tarde,
una vibración dulce que no pide permiso
y me tiñe de un asombro amable.

Y es entonces, justo en ese intervalo
en que todo parece perder sentido,
cuando descubro que amar no es poseer,
sino bailar al borde del infinito.

Explicación:
Este poema “Donde Habita el Susurro” reflexiona sobre esa sutil vibración que nos une sin necesidad de contacto físico: el amor como presencia intangible, como un idioma de energía y memoria que nos sostiene desde lo invisible. Resuena con la idea de puentes invisibles y voces entrelazadas, ampliando la perspectiva hacia lo espiritual y lo universal.

Prompt para imagen en Copilot:
«Una figura solitaria de espaldas, rodeada de niebla suave, con ondas de luz sutiles que emanan desde el pecho y se conectan con otras luces flotantes en el aire. No hay rostros ni cuerpos definidos, solo formas etéreas que se entrelazan como hilos de energía. El fondo es abstracto, con tonos cálidos y fríos mezclándose como si el día y la noche se abrazaran. La atmósfera debe evocar silencio, introspección y conexión invisible.»

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