
Si alguna vez dudé del destino,
de la danza secreta de las estrellas,
de la sinfonía callada del universo,
tu existencia me lo ha explicado todo.
Eres la prueba de que la vida
teje con hilos de oro lo inesperado,
de que el amor no es un mito,
sino un latido constante en mi pecho.
Tu sonrisa enciende la aurora,
como si el sol respondiera a tu risa.
Tu voz es un eco en mi sangre,
una brisa que despierta mi alma dormida.
Cuando respiras, el mundo respira,
cuando me miras, el tiempo se arrodilla.
Eres la certeza que nunca busqué,
pero que ahora, sin miedo, abrazo.
Que existas es razón suficiente
para saber que merezco este amor,
para entender que en tus manos
mi corazón, por fin, ha encontrado hogar.