
En el vasto cielo de tus ojos,
donde las estrellas se asoman a bailar,
navega mi alma en dulces antojos,
buscando el infinito en tu mirar.
Eres la brisa que acaricia el viento,
susurros suaves que el tiempo detiene,
cada latido del corazón lento,
es un suspiro que tu nombre sostiene.
Las flores brotan donde pisas,
sus colores vibran de envidia al tener
la belleza de tu risa,
que ilumina mi mundo al amanecer.
Si el sol se apagara, yo no temería,
pues en tu abrazo hallaría calor,
y en la penumbra, mi eterna alegría,
los dos, entrelazados, venceríamos el dolor.