
No te beso aún…
porque en el vértigo exacto
donde el deseo tiembla,
hay una grieta que separa el verbo
de la carne.
Te observo, sí,
como se observa una vela en la tormenta,
como se espera un tren en una estación sin rieles,
como se presiente un nombre en la lengua
sin atreverse a pronunciarlo.
Si te rozara la clavícula,
sería una carta sin dirección,
una brújula sin norte,
un anhelo sin testigos.
Pero no te toco.
Me quedo en la orilla del gesto,
donde el impulso muere
antes de ser crimen o milagro.
Allí donde el beso aún no arde,
pero tampoco se enfría.
Allí donde tu sombra me roza
y la mía no se atreve a quedarse.
Porque sé que un beso no basta,
que es un incendio con memoria,
y yo vengo llena de cenizas.
Entonces respiro —
caut@, mud@, palpitante—
esperando que tú, quizás,
bajes la guardia antes que yo.
Y en ese instante,
el mundo dejaría de doler.
O al menos, dolería distinto.
Explicación del poema:
«Antes del Labio, el Abismo» responde al la tensión previa al acto de besar. Con la pausa, el miedo y el deseo no consumado. El poema retrata el instante suspendido antes del contacto: un momento cargado de posibilidades, riesgos y memorias del daño. No se trata solo del beso, sino del vértigo que implica darlo o retenerlo, sabiendo que cualquier paso puede encender o romper. Es un suspiro antes de saltar o de quedarse.
Prompt para imagen (para Copilot o IA de imágenes):
«Una figura andrógina en penumbra, detenida justo antes de un beso, en un espacio entre dos sombras que casi se tocan pero no. El entorno es onírico y desdibujado, con elementos flotantes como letras o cenizas suspendidas en el aire. El fondo muestra una grieta luminosa, como si el mundo se partiera justo donde el deseo es contenido. El ambiente transmite tensión suave, melancolía íntima y una esperanza suspendida, como si el tiempo se hubiera detenido en un suspiro.»