Como el Fuego y la Tormenta

17 –

(A veces, el deseo nos encuentra antes de que podamos nombrarlo.)

Fue un cruce de miradas en la penumbra,
un relámpago sin aviso,
un incendio que prendió en mis venas
antes de que pudiera apagar la chispa.

Tus labios no tocaron los míos,
pero ya ardía la certeza
de que estábamos hechos
del mismo incendio.

Como la tormenta que cae sin permiso,
como el fuego que danza sin miedo,
así llegaste, sin tregua,
arrasándolo todo en mí.

No hay regreso cuando el deseo
se vuelve destino,
cuando la piel ya es promesa
y la espera un abismo.

Así empezó todo:
sin preguntas, sin advertencias,
con la urgencia de dos almas
que se reconocen en la llama.

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