Bajo la Luz Eterna

El amor no se mide en años,
ni en los surcos que el tiempo marca en la piel.
Es un latido que no entiende de cifras,
una danza entre las sombras y la luz
que siempre encuentra un rincón para florecer.

Es en los silencios cuando te siento más cerca,
en esos momentos donde las palabras ya no importan,
donde el alma se desnuda y el corazón canta,
a pesar del eco lejano de la soledad.

En el otoño, cuando las hojas caen
y el viento susurra secretos olvidados,
te pienso y te abrazo en cada rincón vacío
que el mundo me deja.
Porque aunque la vida sea dura y fugaz,
mi amor por ti no conoce de finales.

Es un fuego encendido bajo la luna fría,
una promesa que ni el tiempo puede robar,
una esperanza suspendida en el aire,
como un suspiro que se pierde,
pero que sigue allí, eterno,
en la quietud de la noche que nos une.

El amor no es solo un susurro,
es la tormenta que limpia el alma,
es la calma después del huracán,
un refugio en medio de la tempestad.
Y aunque el sol se oculte tras el horizonte,
sé que tú eres la luz
que guía mis pasos,
sin importar cuán lejos vayan.

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