
La vida cabe
en el espacio que late
entre tu labio inferior
y el filo de tus dientes
cuando sonríes
sabiendo lo que viene.
Es tan corta
que no alcanza
para todos los besos
que guardo en las yemas,
para los incendios
que planeamos
en voz baja
contra el reloj.
Por eso
—ante el vértigo
de los calendarios—
elijo este delirio:
arder contigo
en llamas lentas,
quemar las sombras
con nuestro doble sol,
hacer del tiempo
un cómplice
en lugar de un juez.
Al final,
sólo quedará
este rescoldo:
la certeza
de que supimos
hacer eterno
cada segundo
que nos perteneció.
Explicación:
Este poema transforma la fugacidad de la vida en un manifiesto de amor apasionado. La voz poética utiliza imágenes de fuego (incendios, llamas, rescoldos) para representar cómo el amor intenso desafía el paso del tiempo. El tono oscila entre urgencia y eternidad, mostrando la paradoja de que los momentos más efímeros pueden ser los que más perduran en la memoria. La estructura fluye de lo concreto (un gesto, una sonrisa) a lo cósmico (el doble sol).
Prompt para imagen:
«Fotografía surrealista: dos figuras abrazadas convertidas en llamas doradas que consumen un reloj gigante. Detalles: cenizas que forman constelaciones, labios visibles entre las llamas, calendarios volando como pájaros carbonizados. Fondo: cielo nocturno con luna en fase menguante. Paleta: rojos carmesí, negros ahumados y dorados incandescentes. Estilo: realismo mágico con influencia expresionista.»