
En tus labios hay un fuego que no cesa,
una hoguera que devora mi razón.
Cada roce es un verso que se enciende,
y en tu aliento, se quema mi canción.
Somos dos llamas que el viento arrastra,
un torbellino de piel y de pasión.
El tiempo huye, pero nos quedamos,
enredados en este eterno fogón.
Y cuando el fuego se apague un día,
quedarán cenizas de lo que fuimos.
Pero en ellas brillará la memoria,
de un amor que nunca se extinguió.
🔹 Explicación: Este poema explora la dualidad del fuego como símbolo de pasión y destrucción. A través de imágenes sensoriales como los labios, la hoguera y las cenizas, se transmite la intensidad de un amor que consume y perdura. La rima asonante y el ritmo fluido refuerzan la sensación de arrebato, mientras que el tono lírico y evocador mantiene una conexión íntima con el lector. Las cenizas, como metáfora final, sugieren que incluso después del fuego, algo de ese amor permanece.