
Tu piel es llama que enciende mi noche,
un incendio que arde sin pedir perdón.
Mis latidos son truenos en tu boca,
y en tu mirada, nace una tempestad.
Somos el fuego que no se contiene,
dos cuerpos que se funden en un solo altar.
El tiempo se detiene, el mundo calla,
y solo existe este arrebato sin final.
Tu voz es viento que aviva mi llama,
y en cada beso, el universo se desnuda.
Somos la tormenta que nunca se apaga,
el fuego eterno que en tus ojos lucha.
🔹 Explicación: Este poema captura la intensidad de una pasión desbordante, utilizando imágenes sensoriales como el fuego, la piel y la tormenta para transmitir un amor ardiente y envolvente. La rima asonante y el ritmo marcado refuerzan la sensación de arrebato y entrega, mientras que las metáforas visuales evocan una experiencia íntima y universal. El lenguaje poético, aunque contemporáneo, evita caer en lugares comunes, manteniendo una frescura que conecta con el público general.