25 –
(Cuando el fuego aún arde, pero deja un regusto a ausencia.)
Tus manos aún me recorren,
pero ya no siento el vértigo.
Hay algo en el aire
que se desliza entre los besos,
una sombra sin nombre
que se queda a dormir entre nosotros.
Aún te deseo,
pero el deseo es un eco
que regresa más lento,
como una llama cansada
de sostener la noche.
Nos amamos con la furia
de quienes temen el invierno,
pero al cerrar los ojos
ya no encuentro el mismo sol
en el hueco de tu pecho.
Dime, amor,
¿es el alba o la ceniza
lo que tiembla en tu boca?