De Tempestades y Puertas Abiertas

Vive tu vida como quien deja las puertas abiertas,
que el eco de tu andar sea un abrazo en la distancia,
que en cada esquina alguien te salude con el alma,
porque al verte, la alegría despierte en su rostro.

Que a donde quiera que vayas seas bienvenido,
como el sol que entra en la penumbra de un cuarto
o la lluvia que acaricia los campos resecos,
llevando en tus pasos la paz que anhelan otros,
aunque por dentro cargues la furia de un mar desatado.

La vida, amigo, es un sorbo de café humeante:
a veces amarga, como el peso de los días,
pero en su esencia lleva dulzura,
un contraste que enseña a saborear lo efímero.

Sé como ese sorbo, cálido y eterno,
dejando en quien te prueba el rastro de lo vivido.
Que la tempestad en ti sea fuerza,
y en cada puerta abierta, la promesa de un regreso.

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