
Te busco en el hueco de los días,
en la sombra tibia de la almohada,
en los gestos que aún repito
como quien olvida que está solo.
El mundo sigue, indiferente,
pero hay esquinas donde el tiempo
se detiene y me devuelve
tu risa como un eco gastado.
No sé si fuimos un naufragio
o solo un barco que,
llegado el día,
entendió que su puerto
estaba en otra orilla.
Pero el mar aún me habla de ti,
en la espuma deshecha en la arena,
en la sal que persiste en mi piel,
en el horizonte que nunca responde
cuando pregunto por tu ausencia.
Y sin embargo, sigo.
Aunque duela, aunque pese,
aunque el amor aún queme
como un faro en la tormenta.