
No busco al amor entre joyas pulidas
ni en cuerpos que brillan como vitrinas limpias;
lo he encontrado en manos temblorosas
que aún así no sueltan,
en la voz que regresa
cuando todos los demás callan.
Hay amor en lo que no presume,
en la taza de té olvidada pero tibia,
en una manta doblada en silencio
cuando la noche pesa más que el cuerpo.
El amor no siempre dice “te amo”,
a veces solo se queda —
invisible, pero evidente como el aliento en invierno.
He visto su forma en las grietas,
en las promesas cumplidas sin alarde,
en la mirada que no huye cuando lloro
y el suspiro que se contiene para escuchar el mío.
No tiene que saber volar,
pero si el mundo se desmorona,
ese amor sabrá cómo sostenerme entre los escombros
sin hacerme sentir más ruina de lo que soy.
Amo a quien elige quedarse
cuando quedarse parece imposible,
a quien no lleva armadura,
pero pelea por lo que siente.
El amor verdadero
no necesita escenario,
solo un alma que, incluso rota,
aún se atreve a mirar a otra y decir:
aquí estoy. Aún estoy.
Explicación del poema:
Este poema es una oda al amor persistente y auténtico, aquel que no se manifiesta en gestos grandilocuentes ni en condiciones externas, sino en la ternura cotidiana, en la voluntad de permanecer, en la entrega silenciosa. Desde una voz íntima y sin género definido, el poema explora el amor como refugio en medio del caos, como acto de resistencia emocional. La atmósfera mezcla melancolía y desolación —el peso de las pérdidas, las grietas internas— con una esperanza vibrante que brota de los pequeños gestos, los silencios compartidos y la presencia constante.
🎨 Prompt en español para generar una imagen acorde:
«Una escena íntima en una habitación semi oscura, con luz suave entrando por una ventana al atardecer. Dos figuras de género ambiguo están sentadas juntas en el suelo, rodeadas de libros abiertos, una manta vieja y tazas de té humeante. Una de las figuras sostiene la mano de la otra con ternura. Al fondo, el mundo parece derrumbarse tras la ventana (paisaje roto, árboles doblados por el viento), pero en la habitación todo está en calma. La atmósfera es melancólica pero cálida, con detalles simbólicos como grietas doradas en la pared (inspiradas en el arte Kintsugi), que representan belleza en lo roto. Estilo pictórico suave, entre el realismo poético y el arte digital etéreo.»