Dos Almas en Papel y Crepúsculo

En el sendero de papel, donde las líneas
se desvanecen en signos, mudas comas,
caminas, hombre de mirada de acero, en las ruinas
de un tiempo que se fue, entre aromas
de lavanda y olvido. Tu rostro oval,
marcado por una cicatriz sutil,
guarda la historia de un amor, su final,
mientras tu cabello negro, fuerte y viril,
recuerda el toque de una mano amada.
Mentón cuadrado, pómulos prominentes,
dicen de una fuerza que fue entregada
a un sueño que hoy yace entre ausencias.

Y en dirección opuesta, en gracia suave,
la mujer de rostro corazón, de tez canela,
con ojos verde avellana que aún guardan la clave
de una dicha que el tiempo no congela.
Tu nariz delicada, labios de carmín,
ocultan el eco de risas lejanas,
mientras tu cabello platino, cual jazmín,
danza al viento, liberando ataduras vanas.
Un lunar sobre el pómulo izquierdo, un secreto
que el corazón guardó con dulce afán,
habla de un amor que fue don, un decreto
que hoy se disuelve, pero sin afán.

El cielo, un lienzo púrpura y dorado,
entre el ocaso y la noche, un adiós,
testigo mudo de lo que fue amado,
de dos almas que unieron sus hilos.
El libro abierto en el horizonte, deshecho
en hojas que cual pájaros levantan vuelo,
lleva consigo cada verso, cada hecho,
cada suspiro que rozó el suelo.

Hay nostalgia en el aire, un eco tenue
de lo que fue y ya no será jamás.
Pero también gratitud, un tenue
destello por los ayeres, por la paz
de haber amado, de haber sentido.
Dos figuras en papel, unidas por la historia,
caminando opuestas, pero habiendo vivido
la inmensa, la eterna, la más pura gloria.


Explicación del Poema «Dos Almas en Papel y Crepúsculo»

Este poema es una reflexión poética sobre el amor y la separación, inspirada en la imagen de dos figuras que caminan en direcciones opuestas. La escena central es un camino de papel cuyas líneas se desvanecen en signos de puntuación, simbolizando cómo los momentos y palabras compartidas se diluyen con el tiempo, pero dejando una marca.

El poema describe detalladamente a un hombre y una mujer, resaltando sus rasgos físicos, que se convierten en metáforas de sus experiencias y sentimientos. Por ejemplo, la cicatriz del hombre o el lunar de la mujer no son solo características, sino marcas de las historias vividas. Aunque caminan en direcciones opuestas, sus descripciones están entrelazadas, sugiriendo una conexión profunda que el tiempo o la distancia no pueden romper por completo.

El cielo crepuscular y el libro que se disuelve en pájaros refuerzan la atmósfera de nostalgia y transición. El atardecer representa el final de un ciclo, mientras que el libro que se convierte en hojas voladoras simboliza el recuerdo de una historia de amor que, aunque ha terminado, se transforma y perdura en la memoria, como si cada hoja fuera un fragmento de esa narrativa.

Finalmente, el poema concluye con un mensaje de gratitud. A pesar de la tristeza por el amor perdido, hay un reconocimiento de la belleza y la importancia de lo vivido. Es un tributo a la «inmensa, la eterna, la más pura gloria» de haber amado, mostrando que incluso en la separación, la experiencia del amor deja un legado valioso.


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