Dueño de mis silencios

No me avergüenza decir que te amo,
aunque el mundo no entienda mis palabras
ni comprenda por qué, cuando respiro,
es tu nombre quien me llena la garganta.

Te pienso sin ruido, sin motivo,
como piensa la luna a la marea:
sin pedirle permiso al universo,
sin saber si regresará la espera.

Fuiste el eco que habitó mi pecho
cuando aún no sabía qué era el alma,
y ahora que la tuya vive en la mía
ya no me importa si sangro o si canta.

Si alguien pregunta por qué sonrío
en los días sin luz, sin compañía,
les diré que tengo un fuego secreto
y que tú… tú eres quien lo encendía.

Y aunque el tiempo un día me traicione
y el amor se disuelva en otra forma,
aún así guardaré entre mis huesos
la certeza de que alguien me nombró.


Explicación del poema:

Este poema nace como una respuesta introspectiva y emocional al amor confesado en el texto original. Mientras el poema inicial declara abiertamente el orgullo de amar y pertenecer a otro ser, esta respuesta transita por un tono más íntimo y reflexivo. Celebra el amor como una llama silenciosa, que persiste incluso en la duda, el tiempo o la ausencia. En lugar de hablar de un «dueño» literal del alma, el poema sugiere una pertenencia emocional profunda, marcada por el recuerdo, la conexión y la trascendencia del sentimiento.


Prompt para la imagen (Copilot):

«Un retrato onírico de una figura solitaria envuelta en una atmósfera cálida y tenue, con un corazón brillante suspendido en el pecho, proyectando una luz suave hacia un horizonte nebuloso. El fondo es un paisaje etéreo con trazos de memoria: una sombra lejana, una luna parcialmente oculta, y hojas flotando en el viento. La expresión del personaje transmite melancolía, esperanza y amor profundo. El estilo debe ser poético, evocador, como una pintura que habla del alma y sus silencios.»

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