
No quiero juegos con relojes rotos,
ni promesas que se deshacen al tacto.
Vengo con las manos limpias,
y un corazón que, aunque remendado,
aún late con fe ciega en la ternura.
No te pido eternidades,
ni fuegos artificiales cada noche.
Solo que llegues sin disfraces,
con tus domingos en las manos
y tus canciones en la voz.
Podemos no ser el primer amor de nadie,
pero tal vez —y solo tal vez—
seamos el amor que no huye,
el que se sienta en la cocina a compartir silencios,
el que se aprende los gestos
y traduce las ausencias con paciencia.
No sé si eres «el amor de mi vida»,
pero eres este amor que me escribe sin prisa,
que se construye con fines de semana
y palabras que suenan como hogar.
Y si vienes a darme lo mejor de ti,
te prometo que no me guardo nada,
que mi tiempo será tu refugio,
y mi vida, una carta sin firma
que cada día reescribo
con tu nombre.
Explicación del poema:
“El Amor que Llega Tarde, Pero Queda” es una oda al amor maduro, real y comprometido. Habla desde la perspectiva de alguien que ha dejado atrás idealismos juveniles para abrazar la belleza de un vínculo que no necesita etiquetas ruidosas. El poema expresa un deseo profundo de reciprocidad, calma, autenticidad y conexión emocional en los detalles cotidianos. Es un poema que abraza la melancolía del pasado, la vulnerabilidad del presente y la esperanza vibrante de un futuro construido en pareja.
Prompt para imagen acorde al poema:
Una pareja sentada en una cocina cálida, rodeada de detalles cotidianos (tazas, libros, una planta), compartiendo el silencio al atardecer. El ambiente es íntimo, con tonos dorados, suaves y acogedores. Una luz entra por la ventana iluminando parcialmente sus rostros, mostrando complicidad y calma. Afuera, puede verse un cielo con tonos lilas y naranjas. La escena debe transmitir un amor sereno, cotidiano y profundo, sin dramatismo, pero con una calidez emocional palpable.