El fuego que no se extingue

Te busco en la penumbra,
donde el tiempo se desvanece
y el mundo se reduce a un susurro.
No sé si eres real o un sueño,
pero tu presencia arde en mí,
como una llama que no se apaga,
como un eco que no cesa.

Tus ojos son dos lunas
que iluminan mi noche,
y en su reflejo me pierdo,
encontrándome a mí mismo
en la profundidad de tu mirada.
No hay palabras que alcancen
para nombrar lo que siento,
solo este silencio que habla
en el idioma de los corazones.

Te toco con las manos del alma,
acariciando la distancia que nos separa,
y en cada roce, en cada latido,
el universo se contrae
hasta caber en el espacio
que hay entre tu piel y la mía.
Somos dos ríos que se funden,
dos llamas que se encienden,
dos almas que se reconocen
en el fuego que no se extingue.

Y aunque el tiempo nos desgarre,
aunque la vida nos separe,
sé que siempre estarás aquí,
en este rincón de mi ser,
donde el amor no tiene fin,
donde la pasión no conoce límites,
donde tú y yo somos uno,
en una danza eterna
que no cesa,
que no cesa.


Explicación del poema:

Este poema explora la universalidad del amor a través de imágenes poéticas que evocan pasión, conexión y eternidad. Se centra en la idea de un fuego interior que nunca se apaga, simbolizando el amor que trasciende el tiempo y el espacio. La voz poética habla desde un lugar de profunda intimidad, donde el amor se experimenta como una fuerza que une dos almas en una danza eterna. La melancolía y la esperanza se entrelazan, creando una atmósfera que invita a la reflexión y a la conexión emocional.

Prompt para la imagen:

«Crea una imagen surrealista que represente a dos figuras etéreas, casi transparentes, fundiéndose en una danza bajo un cielo estrellado. Las figuras deben estar rodeadas de llamas que no consumen, sino que iluminan, simbolizando el fuego del amor que no se extingue. El fondo debe ser oscuro, con tonos profundos de azul y púrpura, contrastando con el brillo cálido de las llamas y las estrellas. Las figuras deben estar conectadas por un hilo de luz dorada, representando la unión eterna de dos almas. La atmósfera debe transmitir una sensación de pasión, melancolía y esperanza, invitando a la reflexión y la conexión emocional.»

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