
Tus manos hablan en silencios,
dibujan en mi piel un tiempo sin prisa,
un refugio donde el mundo se detiene
y solo existe el latido compartido.
Son brújula en la niebla de mis dudas,
ancla cuando el miedo me arrastra,
luz que se posa en mis sombras
y me recuerda quién soy.
En cada caricia me pronuncian,
me reinventan con su tacto,
y en su roce descubro
el eco de todo lo que callo.
Déjalas quedarse,
déjalas escribir su historia en mí,
que si el alma tiene voz,
la tuya son las manos que me tocan.