El Último Asiento Vacío

11 –

(A veces, un viaje solitario termina cuando alguien se sienta a nuestro lado.)

Siempre viajé solo,
con la sombra por única compañía,
mirando por la ventana
los paisajes que nunca eran míos.

El tren avanzaba sin promesas,
sin nombres que llamaran mi piel,
sin voces que rompieran el eco
de mi propio amanecer.

Pero un día llegaste,
y el asiento vacío dejó de serlo,
como si el viaje hubiera esperado
que al fin tomáramos el mismo sendero.

Desde entonces, la soledad es un recuerdo,
una estación que dejamos atrás,
porque hay viajes que comienzan en solitario,
pero están destinados a continuar de a dos.

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