El umbral de tu eternidad

A tu lado aprendí
que el amor no es solo un beso,
ni una caricia que se desvanece,
ni un deseo que arde y se consume.
Aprendí que el amor es un río,
un caudal que fluye sin preguntar,
que se entrega sin condiciones,
que no teme a las grietas,
porque sabe que incluso en la fractura
hay belleza, hay luz, hay vida.

Aprendí a amar sin miedo,
a abrir las puertas de este corazón
que durante tanto tiempo
se mantuvo cerrado,
guardando secretos,
protegiendo heridas,
escondiendo sueños.
Pero tú llegaste,
y con tu ternura,
con tu cariño que no conoce límites,
me enseñaste que el amor
no es una prisión,
sino un refugio,
un lugar donde el alma
puede ser libre.

Confiar en ti fue fácil,
no porque fueras perfecto,
sino porque eras verdadero.
Porque en tus ojos vi
el reflejo de lo que yo también soy:
un ser que busca, que sueña,
que a veces tropieza,
pero que siempre se levanta.
Y al abrirte las puertas de mi corazón,
no te di la llave de un lugar cerrado,
sino de un espacio infinito,
donde el amor no tiene fronteras,
donde el tiempo no tiene prisa,
donde el alma no tiene miedo.

Hoy sé que el amor
no es algo que se posee,
sino algo que se entrega,
algo que se vive,
algo que se siente
en cada latido,
en cada respiro,
en cada instante que compartimos.
Y aunque el mundo siga girando,
aunque los días se conviertan en años,
sé que tú estarás aquí,
en este corazón que te abrió sus puertas,
no para que entres,
sino para que te quedes,
para siempre.

Porque contigo,
el amor no es un final,
sino un comienzo,
un viaje,
un hogar.
Y yo no quiero nada más
que seguir aprendiendo a amar,
a tu lado,
en este umbral de eternidad
que hemos construido juntos.

Deja una respuesta

© 2007 - GPS-971.com. Todos los derechos reservados.
Desarrollado por www.gps-971.com