Entre Sombras y Luz

Cuando las palabras ya no alcanzan,
la piel sigue hablando,
como un viento suave que acaricia
el rincón más profundo de lo invisible.
El amor, entonces, se convierte en suspiro,
en la corriente que fluye sin saber de fronteras,
un eco que se pierde y se encuentra
en cada rincón olvidado del alma.

La vida no espera a que hablemos,
teje su historia en las grietas del silencio,
donde cada instante es una promesa,
y cada latido, un grito callado
que atraviesa las sombras
en busca de luz.
¿Y qué somos sino eco de esa búsqueda?
Fragmentos dispersos de lo eterno,
caminantes de un tiempo que nunca termina,
mientras el amor, tan cercano y distante,
escribe en nuestro pecho
el verso que no nos atrevemos a decir.

Así, entre la melancolía y la esperanza,
en cada paso, en cada mirada,
la vida nos sigue susurrando versos,
como lluvia que cae sin preguntar
si estamos listos para escuchar.
Porque al final, cuando ya no quedan palabras,
es el alma la que sigue escribiendo,
sin principio ni fin,
sin razón ni causa,
solo amor,
solo ese dulce resplandor
que nunca deja de brillar.

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