El vuelo del alma

Cuando la brisa pesa en mi pecho
y el murmullo del mundo no calla,
cuando la inquietud danza en las sombras
y el corazón no descifra su latido,
me detengo, respiro, y alzo los brazos.

Imagino que soy un ave,
mi alma despliega alas invisibles.
Cierro los ojos y me entrego al viento,
un eco de libertad me envuelve,
y en ese vuelo inventado,
el abismo se transforma en cielo.

No dejo de volar,
porque en cada batir me encuentro,
más liviano, más mío,
más eterno.

En la soledad de las alturas,
soy calma, soy fuego,
soy la esperanza suspendida
que me llama a vivir.

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