En la Espera del Encuentro

Busco en los pliegues del tiempo,
en la penumbra de días sin nombre,
esa chispa que arde sin consumirse,
un destello que descalce al silencio
y despierte el eco dormido de mi voz.

Te imagino en la frontera del horizonte,
donde las sombras susurran canciones de cuna
y la luz traza mapas sobre la piel del mundo.
Allí, entre las pausas de la tormenta,
donde el mar se aquieta y el viento murmura,
sé que existes, como un suspiro guardado
en el pecho del universo.

No busco una verdad domesticada,
ni un guion escrito en la piedra de la costumbre.
Ansío una conexión auténtica,
un latido que despierte en mi sangre
el vértigo de lo posible,
alguien que danza en el filo del abismo
y aún encuentra belleza en los días quietos.

Te veo en los instantes que la memoria roba,
en la risa furtiva de las olas
y en la tregua luminosa de un atardecer.
Eres la caricia que no teme la fragilidad,
la mano que siembra raíces en la arena
y construye hogar en los rincones del alma.

Y aunque el camino sea un hilo deshilachado
entre la desolación y el asombro,
caminaré descalzo, con el corazón abierto,
porque la melancolía de tu ausencia
es la brújula que me acerca al milagro
de hallarte al final del poema.

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