Eres esa dulce melodía que llena el silencio,
el susurro que da sentido a cada amanecer.
Con cada latido, me enseñas que el amor es real,
que puede florecer y transformar el mundo entero.
Desde lejos, siento cómo tu amor me envuelve,
como una brisa suave, como un cálido abrazo,
y en ese espacio donde estamos tú y yo,
la felicidad cobra vida, y los días se tornan luz.
No soy perfecto, ni pretendo serlo,
pero en tus ojos encuentro el deseo de ser mejor,
de cuidar este amor, de darlo todo por ti,
de convertir cada momento en una promesa de dulzura.
Quiero ser el refugio donde tus sueños descansan,
el lugar donde tus suspiros encuentran calma,
y, en cada instante, estar a tu lado,
escuchando el murmullo de tu corazón que late por mí.
Ruego al cielo, con cada anhelo,
que te cuide, que nos bendiga, que proteja este amor,
que haga de nuestros días un eterno despertar,
lleno de risas, de amor, de significado sin final.
Amor mío, mi lugar, mi dicha infinita,
tu amor es el regalo que llena mi ser,
y aunque no haya palabras que lo describan,
quiero que sepas que en mi corazón estás tú… siempre tú.