Huella en el viento

Déjame ser la brisa
que roza tu piel cuando olvidas respirar,
un rastro de luz en tus párpados cerrados,
un murmullo que, en la quietud,
te susurra que aún hay caminos por andar.

No quiero ser el eco de un adiós,
ni la sombra de un recuerdo gastado,
quiero ser la huella que no pesa,
la caricia que deja un temblor
y no una herida.

Si alguna vez mis pasos
se desvanecen en la bruma del tiempo,
que mi risa siga vibrando en tu pecho,
que mis palabras te encuentren
cuando el silencio se haga inmenso,
como un faro en la niebla.

No busco ser eterno,
sólo inolvidable de la forma más leve,
como la espuma que besa la orilla,
como la hoja que cae pero deja su otoño
tatuado en tu alma.

Y si el viento me arrastra lejos,
si mi voz se pierde entre otras voces,
lleva en tu alma este instante
como una flor que nunca se marchita,
como el perfume de algo que fue
y sigue siendo.


Explicación del poema:

Este poema habla del deseo de dejar una huella en la vida de alguien, no a través del peso de la ausencia, sino de la liviandad de los recuerdos hermosos. Explora la idea de la transitoriedad y la permanencia simultánea: cómo ciertos momentos, aunque efímeros, pueden quedar grabados en la memoria y el alma. La atmósfera mezcla melancolía con esperanza, reflejando la complejidad de amar y ser recordado.


Prompt para la imagen en Copilot:

«Un campo abierto al atardecer, con una brisa suave moviendo las hojas secas en el aire. En el centro, una figura de espaldas, envuelta en luz dorada, dejando huellas apenas visibles en la tierra. Algunas hojas parecen formar un remolino a su alrededor, como si el viento conservara su presencia. El cielo combina tonos cálidos y fríos, evocando una sensación de melancolía y belleza efímera.»

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