Inventario de Antojos

Quisiera declarar en rebeldía
contra el reloj que nos arranca de las sábanas,
contra los deberes que se cuelan
como luz implacable por las persianas.

Inventaríamos un país sin horarios,
donde el desayuno se derrama
sobre el mapa de tu espalda,
donde la lluvia es cómplice
que golpea los vidrios
para ocultar nuestros ruidos.

Aprendería de memoria
el alfabeto de tus lunares,
ese código secreto
que solo mis labios descifran.
Haría expediciones lentas
por los territorios de tu piel,
registrando cada nuevo temblor,
cada frontera inexplorada.

Nos convertiríamos en lingüistas
del gemido y la carcajada,
en arquitectos de almohadas,
en meteorólogos
que pronostican tormentas
solo para vernos correr
bajo el mismo paraguas.

Y cuando el mundo exija
que nos vistamos de adultos,
yo guardaría en mis bolsillos:
tus risas como monedas de oro,
tus suspiros como billetes de avión
a ningún lugar
y a todas partes.


Explicación:

Este poema transforma los antojos amorosos en un manifiesto de intimidad rebelde. Utiliza imágenes de mapas y exploración («territorios de tu piel»), economía alternativa («monedas de oro») y meteorología («pronosticar tormentas») para mostrar el amor como un espacio autónomo que desafía el tiempo y las obligaciones. El tono oscila entre lo lúdico y lo profundo, celebrando lo cotidiano como acto revolucionario.

Prompt para imagen:
«Una habitación donde flotan objetos surrealistas: un reloj derretido sobre sábanas arrugadas, un paraguas abierto con constelaciones de lunares en su interior, una taza de café que se convierte en río sobre un mapa corporal. Dos figuras semitransparentes juegan a las cartas con billetes de avión. Estilo: realismo mágico con técnica de acuarela digital, colores cálidos (ocre, carmesí) contrastando con azules profundos. Texturas de papel viejo y manchas de café.»


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