La Alquimia del Día a Día

Amar es desandar los límites,
dejarse perder en el laberinto de un rostro,
y encontrar en cada giro
una puerta hacia lo desconocido.

Es hipotecar los pensamientos,
anclar la razón al vaivén de un latido,
y aceptar que lo eterno no es piedra ni juramento,
sino la chispa que se enciende con el roce del ahora.

El amor es alquimia,
un arte sin manual ni certezas,
un juego de sombras y luces
donde el azar y la voluntad danzan.

Es complicidad sin palabras,
un idioma que solo los ojos traducen,
un fuego que arde lento,
que ilumina el borde del camino
y nos recuerda que la entrega
es la medida más alta del querer.

No busco poseer, sino dar,
ser la raíz de tu sonrisa,
la calma que sostiene tus días.
Porque en el amor que se trabaja,
la felicidad se construye con las manos desnudas
y el corazón abierto a la intemperie.

Y así, cuando tus ojos brillan,
yo descubro mi reflejo en ellos,
y sé que en la alquimia de lo pequeño
habita la magia de lo eterno.

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