Enséñame a quedarme
cuando no pueda tocarte,
a cruzar la distancia
como quien respira sin darse cuenta,
sin que falte el aire
ni sobre el anhelo.
Muéstrame a leerte sin tus ojos,
a encontrarte en los pliegues
del silencio que dejas
cuando tu nombre no se dice,
pero vibra
como un farol encendido en la niebla.
Enséñame a habitar lo que no vemos,
a construir un nosotros
con la voz entrecortada
y las manos quietas,
como si el amor también supiera
ser invisible
sin dejar de ser verdad.
Déjame aprender tus gestos
cuando no estás,
a memorizar la curva
de tu tristeza y tu risa,
a saberte cerca
aunque el mundo insista
en separarnos con relojes y muros.
Si el amor tiene forma,
que sea esta:
la de esperar sin romperse,
la de cuidar sin tocar,
la de amar con la piel vestida
y el corazón desnudo.
Explicación del poema:
Este poema indaga en el amor que persiste más allá de la presencia física, explorando las formas sutiles, emocionales y espirituales de la conexión entre dos personas. Es un pedido profundo de aprender a amar sin necesidad de contacto, como una resistencia íntima frente a la distancia, el tiempo o incluso el dolor. La melancolía aparece como esa carencia que se vuelve parte del amor, y la esperanza vibra en el deseo de aprender una nueva manera de estar cerca, de seguir amando incluso en la ausencia. Es un canto a lo invisible, a lo intangible, a lo que sobrevive más allá de los sentidos.
Prompt para imagen:
«Una silueta solitaria sentada junto a una ventana empañada por la lluvia, mirando hacia el horizonte con expresión serena pero melancólica. Al fondo, una figura difusa reflejada en el cristal, como si fuese un recuerdo o una presencia intangible. La habitación es tenue, íntima, con luces suaves y cálidas. El ambiente transmite conexión emocional profunda, amor contenido y la esperanza callada del reencuentro. Estilo pictórico artístico con enfoque en la atmósfera, tonos gris-azules y destellos dorados sutiles.»